Noche en un aeropuerto, paseando por la pista abarrotada de aviones a punto de despegar y poner rumbo a innumerables destinos, cuanto más lejos mejor, da igual a dónde con tal de que sean mil horas vuelo, la lejanía es lo importante, ese es el plan, qué más da lo demás.
Última llamada de embarque, todos los vuelos despegan al mismo tiempo. Indecisión total, infinitas opciones, no facturas maletas, llevas sobrepeso de dudas como equipaje de mano, las decisiones y el sentido común viajaban en unos botes de champú que se quedaron en el control de rayos x, no está permitido viajar con sustancias que según dicen, son peligrosas. Mejor perder todos los vuelos e intentar rescatarlas, no emprender semejante aventura con un equipaje así.