Me ha costado. Pero por fin, lo he conseguido. Meses de disputas en la Cámara de los Comunes, debates sin fin, sesiones agotadoras, sinsentidos, confusiones, giros, vueltas, repeticiones interminables de lo mismo, ansiedad, nervios y tristeza. Un torbellino infinito de nunca acabar.
Por suerte, menos mal, un buen día conseguí, no sé muy bien cómo y poco a poco, salir de la sala y desde cierta altura, ver la disputa de esa tarde. Desde allí es donde descubrí, asombrado, que todo formaba parte de una coreografía perfecta y genialmente interpretada por todos los parlamentarios. Una especie de ola, un remolino que giraba majestuosamente una y otra vez. De ahí vengo y al menos espero, por una buena temporada, no volver.
It has cost me. But finally I made it. Months of wrangling in the House of Commons, endless debates, grueling sessions, nonsenses, confusions, twists, turns, endless repetitions of the same thing, anxiety, nervousness and sadness. An infinite, never-ending whirlwind.
Luckily, thankfully, I got a good day, I’m not sure how and slowly leave the room and from a height, see the dispute that evening. From there is where I discovered with astonishment that it was all part of a perfect choreography and brilliantly played by all parliamentarians. A sort of wave, a vortex spinning majestically over and over again. Thats where I come from, and at least I hope, for a long time, never to return.