¿Por qué estoy aquí? Soy autora de un libro que se llama “Cómo sobrevivir a un despido y volver a trabajar” (Ed.Pirámide, 2013). Me dicen que las ventas van bastante bien, pero no os preocupéis, que aún quedan ejemplares… Lo encontraréis en las librerías, y además, si se agota, ¡en cualquier momento podemos sacar una segunda edición! También hay una versión electrónica que se puede comprar en Amazon: http://www.amazon.com/Cómo-sobrevivir-despido-trabajar-ebook/dp/B00D6KGSTI
Sobre mii retrato, by Iván Solbes. Yo creía que era alegre y que tenía un pelazo blanco que llamaba la atención. Iván me ha sacado con expresión trágica y con unos pelos más bien ralos. Podría buscar excusas: que estaba cansada porque era el final del día y me había levantado a las 7 am, que cerró la ventana y los dos sudábamos como pollos, incluso que me tuvo de pie una hora intentando ser simpática y entretenida, y tenía dolor de cabeza, y las manos y los pies sobrecargados. Encima, va y se le ocurre casi empezar el bloc de los retratos de pie conmigo, que me había puesto zapato bajo y tengo unos buenos muslos. Marta Tchai también, pero ella mola muchísimo, y va vestida de Superwoman. Eso se llama jugar con ventaja.
Pero el retrato me encanta. Y algo habrá, si el artista, que no me conocía antes, me ha visto así. Es posible que no tenga tan buen pelo ni sea tan alegre, a pesar de ser bastante feliz. Mientras salga trágica y no amargada…
Pero de lo que se trata aquí es de contar mi historia. Hace un año y pico me despidieron. Me despidió un señor sin clase ninguna, que el día que le nombraron director del centro en el que yo era subdirectora desde hacía diez años, me llamó a su despacho y me dijo que devolviera las llaves y que antes de las 3 de la tarde –y sí, era viernes- tenía que haber terminado de recoger mis cosas. Os prometo que no había asesinado a nadie, ni había tramado ninguna estafa, ni me había llevado los fondos de la caja. Sencillamente a este señor yo no le gustaba, por muchas razones que conozco perfectamente pero no vienen al caso, y él pensó, en su elegante estilo, que era la forma adecuada de tratarme.
Fue un shock, claro. Te sientes como un trapo viejo. Y te preguntas qué va a ser de ti. Estábamos en el momento más profundo de la crisis (¿o es ahora?), mi sector estaba bajo mínimos, yo tenía 56 años, y este hachazo a mi vida profesional podía ser definitivo.
Empecé a escribir para desahogarme. Mi madre era escritora y 3 de mis 8 hermanos han publicado novelas o poesía. Yo sabía que tarde o temprano iba a escribir. Así que me lancé. Primero en plan lamento, y con cierto aire pedagógico, de autoayuda. Pero poco a poco lo que escribía fue convirtiéndose en un trabajo práctico, que intentaba ayudar a encontrar trabajo a personas en mi situación. Y esto resultó: un libro basado en una experiencia personal, que acompaña al lector en los temas que le preocupan, que le asiste en el intento de desenmarañar ese mundo de la búsqueda de trabajo en internet. A conocer las herramientas de búsqueda, los portales de empleo, las redes sociales, a hacer un cv, a salir airoso de una entrevista de trabajo.
Creo que cada persona debe buscar una vía de escape para no deprimirse tras un despido. Para mí escribir este libro fue la mejor terapia imaginable. Escribirlo, publicarlo, promocionarlo. Tanto que ahora estoy escribiendo otro, esta vez de ficción, que ya tiene título –provisional-: “Historias para después de una crisis”. Alrededor de 15 cuentos, de unas 15 páginas cada uno, que llevan un nombre propio como título y que son otros tantos retratos de personas reales de hoy, en España. Una fotografía de esta sociedad enferma y deprimida que es para los muy jóvenes la única que han conocido pero que, seguro, vamos a conseguir mejorar entre todos. Las fotografías de mis 15 personajes no son necesariamente trágicas, ni negativas. Son reales, de hoy y de aquí.
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