14 de julio. Boceto sin terminar. En el centro financiero de la ciudad antiguos rascacielos se amontonan dejando callejuelas mínimas a sus pies. El rigor del clima tropical y la cercanía entre estos gigantes provoca que a través de los miles de aparatos de aire acondicionado que salpican sus fachadas escupan a la atmósfera su propio sudor, que mezcla con el aire de Río de Janeiro e incluso llega a viajar a través de los morros, los edificios y las favelas hasta la selva cercana. Aunque la mayoría acaba unas decenas de metros más abajo, justo donde me encuentro. Llueve sudor de rascacielos en estas callejuelas del centro financiero de Río.