Jairo Saw, líder mundurukú, nos llevó el 1 de julio por la mañana en lancha hasta el punto del río en el cual estaba proyectada la gigantesca represa. De haberse llegado a construir habría inundado un área del tamaño de la ciudad de Nueva York, toda ella cubierta por la selva y hogar de este pueblo indígena. Afortunadamente, un mes después el proyecto fue cancelado.