Una mañana agarré el cuaderno, algún lápiz y salí hacia el Jardín Botánico, en donde hay varios viveros, uno de ellos preserva un pequeño clima tropical y muchas plantas de las que me esperaban al otro lado del mar. El calor era insoportable y las miradas curiosas de los turistas más, así que salí corriendo de ese lugar infernal e intenté enterrar este pequeño fracaso en la comodidad de mi oficina pintando una de las muchas orquídeas que colecciono y que justo en ese momento lucían sus mejores galas.
La orquídea también es una planta tropical aunque luego en la selva no vi ni una. En Río de Janeiro sí aunque no las pinté. En todo caso, este último dibujo previo al viaje puso punto y final a mi preparación.