Finales de mayo de 2016. Me comunican que en un mes viajaré a Brasil en calidad de dibujante. Tras la euforia inicial que paralizó mi vida durante un día y alteró mis rutinas durante una semana entro en pánico. ¿Seré capaz de estar a la altura de lo que esperan de mí? ¿Lo haré bien, llegaré a la selva y dibujaré algo decente? Nada mejor que ponerme a prueba, así que salí a la calle y busqué vegetación lo más parecida a la del Amazonas para practicar.
Primera parada en la Plaza de Oriente de Madrid, un árbol con un lío de hojas semejante al que en aquel momento tenía yo en la cabeza.