No soy un soldado, me gano la vida en la calle.
No estoy parado ni busco trabajo.
Tampoco soy un mendigo ni un maleante.
Tengo un oficio, soy un saltimbanchi, cualquier plaza es mi teatro.
A gritos llamo a la gente, ¡venir que empieza el espectáculo!
Ya están los niños atentos mirándome con sus ojos grandes.
Más gente se para, ¡ya tengo público! ¡empieza el espectáculo!
Miran los niños a los adultos que rien, este chiste no lo han pillado.
Los grandes también quieren jugar y pasar un buen rato.
Conseguir que todos se rian, que disfruten y unas monedas me den a cambio. Ese es mi trabajo.
La Plaza de Opera me gusta porque su bullicio es tranquilo y tiene un teatro.
Soy un artista del pueblo, un obrero del espectáculo.
Soy feliz haciendo mi trabajo.
Máximo Óptimo
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