Comienza con el Palacio de la Zarzuela, abdicación real, días de actos oficiales, monarquía hasta en la sopa. El Palacio del Escorial, el Palacio Real, una fila de tanques, no, no han dado un golpe de estado, es el aniversario de la matanza de Tiananmen. Salto a una colina llena de bloques para la clase media, la gran afectada por la crisis, la que paga sus impuestos, la que produce y la que va a dejar de ser media para ser mísera. Por eso los bloques se convierten en favelas, dando a la ciudad un aspecto muy tropical, muy sudamericano, al estilo de Brasil, que justo comenzaba su Mundial. Rascacielos y favelas compartiendo la misma montaña hasta que un día aparece la Gran Vía de Madrid con su torre y su Hotel España al fondo, recién vendido a un multimillonario chino. Y en primer plano el Congreso de los Diputados, coronación real y avenida semivacía. De ahí al final de mes, díás monótonos sin novedades, poco trabajo, todo acaba un barrio interminable y gris. En el horizonte algún rascacielos fruto de la especulación y el cielo, al igual que la cabeza, llena de pájaros.
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