El tesoro que encontré en la playa, en mis manos. Esas conchas desperdigadas por la arena, por fin en casa.
Rodeado de cactus, de fractales disparados hacia su microscópico infinito, no volveréis a pincharme, es más, las conchas adornarán vuestras macetas y protegerán la arena del viento y las inclemencias. Nos vamos a llevar todos muy bien, ya veréis, este tesoro nos ha traído la paz que tanto añorábamos.